Primero hay que desalar el bacalao, para ello pondremos el bacalao bajo el grifo y frotaremos delicadamente con los dedos para que se desprenda toda la sal.
Después hay que colocar el bacalao en un recipiente, llenarlo con agua fría y meterlo en el frigorífico.
Pasadas 12 horas hay que retirar el agua y volver a cubrir con agua fría y volver a meter en el frigorífico.
Repetiremos este proceso dos veces.
Una vez desalado lo secaremos bien con un paño para que no suelte agua durante la preparación.
Cortaremos la cebolla y el puerro en brunoise y los pocharemos con la mantequilla, este proceso tiene que ser lento.
Cuando estén bien pochados, reservaremos la cebolla y el puerro y en esa misma mantequilla pocharemos la patata hasta que esté tierna.
Por otro lado, confitaremos el bacalao en aceite de oliva en un cazo sin que el aceite hierva (tiene que estar a unos 70 grados). Una vez que tengamos el bacalao confitado lo juntaremos con los demás ingredientes (patata, puerro y cebolla) en la olla donde habíamos pochado las verduras para que se mezclen bien todos los sabores.
Seguidamente añadiremos el tomate frito casero, dejaremos cocinar un par de minutos y por último añadiremos la nata, coceremos el conjunto durante unos 5 minutos, colocaremos sobre una cazuela de barro, espolvorearemos queso Tronchón rallado y gratinaremos.
Cuando el queso tenga un bonito color dorado ya tendremos listo nuestro pastel.