ECO-PROWINE es un sello de reconocimiento a aquellas bodegas comprometidas con la sostenibilidad. Se trata de una certificación creada por la Fundación Circe y destaca a las bodegas y productores de vino que favorecen y persiguen la mejora constante del sector vinícola en materia medioambiental, económico y social.
La obtención de este ello se realiza mediante un sistema de benchmarking con las más de 90 bodegas participantes y tiene el aval de la Comisión Europea. Es el resultado de un proyecto de investigación que precisa que las bodegas y productores demuestren que su producto final, así como la uva y los envases, son realmente sostenibles.
Dicha sostenibilidad es evaluada teniendo en consideración el impacto medioambiental, el coste de producción y la repercusión económico y social hacia su entorno local. ECO-PROWINE promueve un sistema de mejora constante que favorece la sostenibilidad dentro del sector, sin que la calidad de los vinos se vea afectada.
Mediante el benchmarking, los participantes pueden compararse con la media de los demás productores, en relación con el impacto ambiental, económicos y sociales en el proceso de elaboración de sus productos. Esto les permite obrar de acuerdo con el fin último de mejorar en materia de sostenibilidad.
Cuando los consumidores ven el logotipo en las botellas saben que es un producto proveniente de bodegas comprometidas, que invierten esfuerzos desarrollando acciones en favor de un sector sostenible.
La obtención del certificado
Para obtener esta certificación, las bodegas deben superar un análisis que demuestre una calificación inferior a la media europea y se comprometen a seguir mejorando su comportamiento sostenible año tras año.
El análisis empieza analizando detalladamente el viñedo y la bodega, a través del método ECO-PROWINE, que consta de un cuestionario con el que se realiza un inventario de todos los flujos, tanto materiales como de energía consumida, y de los costes relacionados del año que se quiere certificar.
Tras la evaluación de dicho inventario, la bodega recibe un indicador global ambiental. Si éste logra estar por debajo del valor referencial europeo y responde a los criterios económicos y sociales que se han marcado, el productor será merecedor de la etiqueta.
El análisis también sirve para detectar las áreas de mejora, es decir, las que tienen un impacto medioambiental más elevado a lo largo del proceso de elaboración del vino. Así, desde las viñas hasta que el producto es embalado, se estudian cuáles son los procesos que podrían reducir su impacto ambiental (como el vidrio, el combustible, el consumo eléctrico el uso de materiales, etc), además del coste medio de producción por botella. Una vez realizado este análisis se sugieren acciones para disminuir el impacto.
Tras superar con éxito el estudio, se hace entrega de la etiqueta y de la guía práctica para que el productor conozca cómo y en qué formato debe utilizarla para sus botellas, embalajes, folletos, catálogos, sitio web, publicidad, etc.
La elección del vino en base a la sostenibilidad
El sello de certificación es válido durante dos años. Pasado este tiempo, la bodega deberá volver a realizar el análisis, en el cual tendrá que demostrar una mejora mínima del 10% en el indicador global y mejoras en materia social y económica. Todo ello, para probar que todo el proceso de elaboración de sus vinos es más eficiente y respetuoso con el medioambiente.
Actualmente, 90 bodegas europeas, de las cuales 18 son españolas, tienen la certificación ECO-PROWINE, como reconocimiento a sus acciones para mejorar la sostenibilidad. Con ello, han hecho una inestimable contribución al cuidado de nuestro planeta y han obtenido mayor notoriedad a través de las campañas de difusión de esta etiqueta.
Un estudio llevado a cabo en relación al proyecto ECO-PROWINE ha concluido que la sostenibilidad no representa un motivo decisivo en la compra final de vino, ya que no existe un conocimiento profundo acerca de la viticultura medioambientalmente sostenible.
Así pues, si bien el consumidor no puede tomar decisiones del todo claras al respecto, se muestra muy abierto a cambiar sus preferencias de compra si dispusiera de más información.
El estudio concluye que el principal objetivo de una etiqueta de sostenibilidad no debería ser otro que ser el de facilitar la información acerca del impacto en el medioambiente de la elaboración del vino.
En algunas de las bodegas con mayor volumen de ventas, las decisiones se toman en base a criterios económicos y de nuevas inversiones, dejando en segundo plano las prioridades medioambientales y sociales.
En el transcurso del proyecto europeo, se extrajo una interesante conclusión: cuando se toman las medidas que recomiendan los expertos en relación a la sostenibilidad vitivinícola, los productores logran reducir el calentamiento global de Kg de CO2 en un 15.5%. Por otro lado, reutilizan el 28,15% de los materiales y rebajan el consumo de agua en un 16,3%.
La certificación ECO-PROWINE ha despertado un interés especial por parte de las pequeñas y medianas bodegas, que ven en la obtención de la etiqueta, así como en la evaluación comparativa respecto a otras bodegas, una oportunidad para destacar en el mercado y aumentar su competitividad.